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Los ENCUENTROS CON ARTISTAS que propone el VEO son momentos para la proximidad, espacios de intercambio, preguntas, dudas, críticas, cuestionamientos... ¿Qué suele suceder cuando termina la función...? Se escuchan aplausos que se silencian poco a poco, los artistas suelen salir al escenario para saludar y agradecer y después desaparecen de nuevo tras el escenario. Los espectadores abandonan el patio de butacas y se encaminan a la salida de la sala. Se van apagando la luces. La secuencia sucede casi siempre de esta manera. Pero pueden ocurrir otras situaciones. Podría ser que el espectador tuviera la oportunidad de entrar al escenario, sentarse junto al artista, observar de cerca su rostro, el cansancio de su cuerpo después de la función, quizá la satisfacción en sus gestos. Podría suceder que el espectador y el artista se encontrasen en un espacio común en el que conversar, mirarse y comprenderse un poco más. Los ENCUENTROS CON ARTISTAS del VEO proponen ese espacio, ese intercambio a través del acercamiento. Es otra forma de percibirse y alcanzarse, quizá la forma más directa y más humana: dialogar.

Todos los encuentros se realizan al finalizar la función, y es condición indispensable para participar el haber asistido a la representación.

Encuentros programados:
CaboSanRoque / jueves 17, Teatre El Musical (previa inscripción: mireia.veo@gmail.com)
Fátima Miranda / domingo 20, Teatre El Musical
Edit Kaldor / lunes 21, Sala Ruzafa
Bambalina Teatre Practicable / miércoles 23, Nave industrial Pol. Horno de Alcedo
Mal Pelo / jueves 24, Sala Ruzafa
KTHA / sábado 26 (tras la función de las 18.30h), Plaza de Patraix


¡RECUERDA!
PARA EL ENCUENTRO CON PUBLICO DE CABOSANROQUE DEL DÍA 17 DE FEBRERO ES NECESARIA INSCRIPCIÓN. MANDA UN E-MAIL A  mireia.veo@gmail.com

Encuentro con CaboSanRoque

NO ES ESCENOGRAFÍA-LO QUE SUENA ES LO QUE HAY
El jueves pasado, después de los útimos acordes de Torn de nit, volvimos a entrar en la sala del Teatro El Musical, al que la orquesta CabosSanRoque había convertido en fábrica. Acordes con el protocolo para estos espacios, nos pusimos batas y cofias que el equipo del VEO repartió. De esta guisa subimos al escenario y nos amontonándonos alrededor de la máquina fantástica. Contemplada de cerca, se definía ante nuestros ojos una infinidad de engranajes, cables, teclas y válvulas- embrollo de elementos, coherentemente organizados en secciones de cuerda, viento y percusión.

Satisfecho el primer impulso de curiosear o extender la mano para tocar y hacer fotos, surgieron las preguntas. La banda nos contó la historia del proyecto: todo empezó con un mecánico de la fábrica conpinchado, gracias al que pudieron coger varias piezas. En la mayoría de casos, en un principio no sabían qué hacer con los hallazgos hasta que, poco a poco, empezaron las fusiones entre los objetos mecánicos e instrumentos musicales. La experimentación suele seguir un camino tortuoso e imprevisible y algunas ideas iniciales, como la de usar, conforme la mecánica original, la partitura de papel para los 128 grifos de aire comprimido, fue deshechada por su complejidad técnica.

Alguien de los espectadores preguntó por la dificultad de montar el complejo ensamblaje de la máquina. La sorprendente respuesta fue que no lo es tanto. Resultó todo está lo suficientemente bien organizado para que se pueda montar en unas dos horas. Otras dos son necesarias para las pruebas de sonido y el concierto puede empezar. Esto es comprensible, teniendo en cuenta que ek tiempo de preparación necesita adaptarse al ritmo de funcionamiento de los eventos musicales- conciertos o festivales.

También preguntamos sobre el papel que tiene en el concierto, la improvisación. Resulta que a pesar del aire desenfadado y la alegría que irradiaban los artistas, en una fábrica no había mucho espacio para improvisar. Los temás de la máquina están diseñadas con un principio y un final, el único espacio para la improvisacion se encontraba en los instrumentos fuera de la máquina mágica.

Las imágenes de la fábrica original, la que dió vida a la nuestra, nos hicieron preguntarnos sobre los trabajadores anteriores a los que tuvimos tocando para nosotros aquella noche. ¿Han visto la máquina? ¿Y en concierto? Los dos mecánicos cuyas voces escuchamos, si fueron invitados al concierto. Por supuesto la percepción de éstos ante lo que sucedía ante sus ojos era totalmente diferente. Hace 25 años, éstos han estuvieron montando aquellas mismas piezas. Su reacción fue la emoción.

Para despedirnos de la fábrica de galletas musical, dimos una vuelta alrededor de la máquina.
Antes de marchar, no pude resistirme a preguntar a uno de los artistas sobre su postura ante el trabajo en la fábrica, al que tantas referencias, textuales, visuales, sonoras y olfativas se han hecho durante el concierto. La respuesta de uno de los artistas de la bánda confirmó, para mi satisfacción, mi impresión original de que el discurso de los artistas no era ni fácil, ni sin matices. El trabajo en la fábrica y la vida de los que lo ejercían estaba cargado de sensaciones dispares: cansancio y monotonía, creatividad y amor por lo que se hace, orgullo y dureza.


FÁTIMA MIRANDA O LA LECCIÓN DE UNA DIVA

La actuación de Fátima Miranda, acompañada por el pianista Miguel Ángel Alonso y junto a las imágenes del Premio Nacional de Fotografía Chema Madoz, nos abrieron una ventana hacia otras posibilidades de ser y estar. La voz de la diva jugaba, se deslizaba y saltaba por sus 4 gamas de capacidad para el asombro de nuestros oídos y mirada. Se sumergía hasta las profundidad de los cantos de chamanes, los lamentos o las melodías medievales y más tarde subía con la levedad de unos tonos que parecían imposibles de arrancar dentro de las ragas, el jazz o la copla española. Todo ello combinado con un fino sentido de humor e ironía, que llevaron a los dos intérpretes a despedirse bajo su propia versión de la conocida melodía de La cucaracha.

A pesar de la hora, muchos nos quedamos en el encuentro para intentar saber más de esta pieza a la que la denominación de recital musical se le quedó corta. La artista nos habló extensamente sobre su modo particular de entender y plantearse el trabajo creativo. A su manera y por sus propias palabras, “se desnudó” en cierta medida ante nosotros.



COSMOS Y BAMBALINA Sobre el viaje de percepciones, el caos y la obsesión




Durante hora y cuarto, la compañía valenciana Bambalina nos sumerge en un mundo misterioso, complejo, dinámico, entrañable y reflexivo. El mundo de...los vasos de plástico deshechables. Aparentemente se trata de un sinsentido, sin embargo el director Jaume Policarpo junto a los intérpretes Nacho Diago, Jesús Muñoz y Ángel Figols, se encargan durante la obra de abrir nuestra mente.
En el encuentro con el público después de la función, todos nosotros queremos hacer la misma pregunta:
¿Por qué un vaso de plástico deshechable? ¿Cuál es la importancia del objeto de usar y tirar?
Se quería partir de una unidad básica, algo frio, industrial y sin vida, del que se produzcan millones de unidades en un segundo y al que nadie dé importancia. Con ella se emprendió un viaje de percepciones que se convirtió en una obsesión. Jaume tiene un olfato especial para detectar objetos suceptibles de ser manipulados en un escenario- objetos provinientes de todos lados- ferreterias, antquarios, objetos con magia y memoria. Por ello, el taller de la compañía muchas veces tiene el aspecto de una exposición de objetos variopintos.El otro concepto importante era el de célula- un elemento que pueda conformar cuerpos más grandes a partir de la repetición de la unidad básica.
Ha sido un reto dar vida, imaginar y crear todo un universo a partir de un objeto tan blanco, acéptico, impersonal y repetitivo. Para la pieza fue importante trabajar a partir de la sencillez, deshechando el uso de otros tipos de vasos- de colores o que contengan referencias de marcas.
La percepción es una facultad que tabién puede ser suceptible a ser desarrollada. Durante los ensayos, los actores dejaron de ver simplemente los vasos y se acostumbraron a percibir la vida dentro de cada uno.

¿Las instalaciones de la parte superior de la nave, son un reflejo del proceso o son en sí un obra escultóroca acabada?
En sí no tienen tanta ambición artística. Más que obras escultóricas, la parte expositiva muestra el proceso de trabajo, de probar y de investigar. Ello entra en perfecta sincronía con la filosofía del VEO de dar importancia a todo el proceso de creación y no sólo al espectáculo que representa el resultado final. La obra en sí nunca está acabada del todo. Siempre deja espacio para que uno construya su propia historia dentro de la historia- en este sentido las instalaciones aportan a esta historia- hacen que el espectador cree su versión propia de este universo de vasos blancos.

¿La idea del título?
Viene del intento de crear un universo entero a través del vaso. Existen algunas alusiones a ello. Dentro de la pieza, sobre todo en la música se pueden percibir versiones de diferentes obras como Una odisea en el espacio o Encuentros en la tercera fase.

¿Qué dificultades se han encontrado a la hora de trabajar con un objeto como el vaso en lugar de un títere más ortodoxo?
En este trabajo tan investigativo se trata de lanzarse con algo de fe ciega, sin pensárselo, sin prejuicios, ni miedos, confiando mucho en el sentido de Jaume. Ha habido muchas escenas que se han descartado, porque el vaso se quedaba en un segundo plano frente al manipulador. Ello serviría para un espectáculo más convencional, pero no para lo que aquí se pretendía hacer.
Se descubre que la danza le da al vaso otra estética, que el teatro no podría. También en esto se han descartado movimientos que dejaban al vaso a un segundo plano. La búsqueda de estas acciones que expongan al vaso como el protagonsita, se convierte, casi sin darse cuenta en una constante. Normalmente un titiritero se relaciona con su títere y en este caso los tres manipuladores han tenido que descubrir cómo relacionarse con algo nuevo- un objeto con sus propias características.

¿Como ha sido la experiecia de tener tantos papeles en un mismo espectáculo- bailarines, actores, titiriteros, manipuladores a la vista?
Es un rasgo de la compañía. El teatro de títeres de Bambalina se basa en la expresividad del actor. Por ello la compañía empezó su trabajo con titiriteros, para después dirigirse a actores que puedan trasmitir mejor esta dramatización en su relacion con el títere, a parte de la belleza que se produce al dejar a la vista el engranaje de la obra.
A veces se han encontrado con que no podían sacarle más jugo al vaso y les han entrado ganas de destruirlo de un golpe. Sin embargo son conscientes que no sólo que existen muchísimas posibilidades, sino que también cada uno puede descubrir las suyas...
Lo usual es que el titiritero trate con un material determinado-madera, tela... En este caso existe un objeto acabado con todas sus propiedades: color, textura, peso, volumen etc., lo que ha dificultado la relación con éste.

Sobre todo en algunas escenas del espectáculo, a la hora de manipular, en vuestras caras se ha reflejado lo que estaba sucediendo, lo que lo hacía mucho más potente...
Se trata de la simbiosis de la expresividad del intérprete con la del títere. Se trata de un espectáculo de investigación y muy arriesgado, dónde los únicos títeres se construyen a partir de unos simples cortes en el vaso. El propio objeto les obliga a moverse, bailar con él e intervenirlo.

A lo largo de la obra ha habido momentos de caos y de orden. ¿Se ha trabajado en esta línea?
Aunque a veces hayan parecido algo caóticas, en las construcciones ha habido un orden muy claro. En el final sí que se establece el caos. Parecido a una ciudad en ruinas... La propuesta tiene un elemento performativo- sobre todo en las últimas escenas, en las que cada uno tiene sus propias percepciones del espectáculo que varían cada día. No se ha optado por hacer un títere a partir del vaso, sino llegar a un sitio sensible a partir de la obsesión de las construcciones que crea un caos. Y es que el VEO está para arriesgar, salga como salga. Ésta ha sido la parte más difícil, porque la otra, la técnica se ha empezado a trabajar muy pronto y se ha tratado de pulirla.
Se han buscado claves para trabajar como por ejemplo cómo cae el vaso y partir de allí se ha trabajado.

¿Y sobre la música?
Está compuesta para el espectáculo. Siendo toda la pieza un viaje, también se percible el viaje del compositor Albert Sanz. Él ha visto la escena medio construida, la ha grabado y trabajado a partir de allí. Existen numerosos instrumentos y elementos sonoros. Algunas partes son totalmente ilustrativas, otras son complementarias a la acción. Se trata de un espectáculo muy plástico donde tanto la música, como la luz son muy importantes.

¿Los vídeos proyectados han seguido este mismo proceso de trabajo?
No tanto. Se trata más de un trabajo personal de Jaume. Él tenía el espectáculo en la cabeza, no el resultado, sino las ideas. Se ha tirado adelante a partir de las que han funcionado. Cómo director, él tiene la importante característica de ser cabezota, pero también la combina con el saber escuchar y ser permeable a las propuestas de los intérpretes.

¿Desde cuándo se ha estado trabajando en la pieza?
El Jefe de Producción, Josep Policarpo aclara: se ha empezado en octubre con sesiones sueltas aumentándo el ritmo progresivamente. Los dos mesos de trabajo intensos han sido enero y febrero. Puesto que Jaume ha tenido clara la dirección, pero no el espectáculo, se han necesitado sesiones dilatadas en el tiempo para que todo se vaya asentando y se prueben ideas