Durante hora y cuarto, la compañía valenciana Bambalina nos sumerge en un mundo misterioso, complejo, dinámico, entrañable y reflexivo. El mundo de...los vasos de plástico deshechables. Aparentemente se trata de un sinsentido, sin embargo el director Jaume Policarpo junto a los intérpretes Nacho Diago, Jesús Muñoz y Ángel Figols, se encargan durante la obra de abrir nuestra mente.
En el encuentro con el público después de la función, todos nosotros queremos hacer la misma pregunta:
¿Por qué un vaso de plástico deshechable? ¿Cuál es la importancia del objeto de usar y tirar?
Se quería partir de una unidad básica, algo frio, industrial y sin vida, del que se produzcan millones de unidades en un segundo y al que nadie dé importancia. Con ella se emprendió un viaje de percepciones que se convirtió en una obsesión. Jaume tiene un olfato especial para detectar objetos suceptibles de ser manipulados en un escenario- objetos provinientes de todos lados- ferreterias, antquarios, objetos con magia y memoria. Por ello, el taller de la compañía muchas veces tiene el aspecto de una exposición de objetos variopintos.El otro concepto importante era el de célula- un elemento que pueda conformar cuerpos más grandes a partir de la repetición de la unidad básica.
Ha sido un reto dar vida, imaginar y crear todo un universo a partir de un objeto tan blanco, acéptico, impersonal y repetitivo. Para la pieza fue importante trabajar a partir de la sencillez, deshechando el uso de otros tipos de vasos- de colores o que contengan referencias de marcas.
La percepción es una facultad que tabién puede ser suceptible a ser desarrollada. Durante los ensayos, los actores dejaron de ver simplemente los vasos y se acostumbraron a percibir la vida dentro de cada uno.
¿Las instalaciones de la parte superior de la nave, son un reflejo del proceso o son en sí un obra escultóroca acabada?
En sí no tienen tanta ambición artística. Más que obras escultóricas, la parte expositiva muestra el proceso de trabajo, de probar y de investigar. Ello entra en perfecta sincronía con la filosofía del VEO de dar importancia a todo el proceso de creación y no sólo al espectáculo que representa el resultado final. La obra en sí nunca está acabada del todo. Siempre deja espacio para que uno construya su propia historia dentro de la historia- en este sentido las instalaciones aportan a esta historia- hacen que el espectador cree su versión propia de este universo de vasos blancos.
¿La idea del título?
Viene del intento de crear un universo entero a través del vaso. Existen algunas alusiones a ello. Dentro de la pieza, sobre todo en la música se pueden percibir versiones de diferentes obras como Una odisea en el espacio o Encuentros en la tercera fase.
¿Qué dificultades se han encontrado a la hora de trabajar con un objeto como el vaso en lugar de un títere más ortodoxo?
En este trabajo tan investigativo se trata de lanzarse con algo de fe ciega, sin pensárselo, sin prejuicios, ni miedos, confiando mucho en el sentido de Jaume. Ha habido muchas escenas que se han descartado, porque el vaso se quedaba en un segundo plano frente al manipulador. Ello serviría para un espectáculo más convencional, pero no para lo que aquí se pretendía hacer.
Se descubre que la danza le da al vaso otra estética, que el teatro no podría. También en esto se han descartado movimientos que dejaban al vaso a un segundo plano. La búsqueda de estas acciones que expongan al vaso como el protagonsita, se convierte, casi sin darse cuenta en una constante. Normalmente un titiritero se relaciona con su títere y en este caso los tres manipuladores han tenido que descubrir cómo relacionarse con algo nuevo- un objeto con sus propias características.
¿Como ha sido la experiecia de tener tantos papeles en un mismo espectáculo- bailarines, actores, titiriteros, manipuladores a la vista?
Es un rasgo de la compañía. El teatro de títeres de Bambalina se basa en la expresividad del actor. Por ello la compañía empezó su trabajo con titiriteros, para después dirigirse a actores que puedan trasmitir mejor esta dramatización en su relacion con el títere, a parte de la belleza que se produce al dejar a la vista el engranaje de la obra.
A veces se han encontrado con que no podían sacarle más jugo al vaso y les han entrado ganas de destruirlo de un golpe. Sin embargo son conscientes que no sólo que existen muchísimas posibilidades, sino que también cada uno puede descubrir las suyas...
Lo usual es que el titiritero trate con un material determinado-madera, tela... En este caso existe un objeto acabado con todas sus propiedades: color, textura, peso, volumen etc., lo que ha dificultado la relación con éste.
Sobre todo en algunas escenas del espectáculo, a la hora de manipular, en vuestras caras se ha reflejado lo que estaba sucediendo, lo que lo hacía mucho más potente...
Se trata de la simbiosis de la expresividad del intérprete con la del títere. Se trata de un espectáculo de investigación y muy arriesgado, dónde los únicos títeres se construyen a partir de unos simples cortes en el vaso. El propio objeto les obliga a moverse, bailar con él e intervenirlo.
A lo largo de la obra ha habido momentos de caos y de orden. ¿Se ha trabajado en esta línea?
Aunque a veces hayan parecido algo caóticas, en las construcciones ha habido un orden muy claro. En el final sí que se establece el caos. Parecido a una ciudad en ruinas... La propuesta tiene un elemento performativo- sobre todo en las últimas escenas, en las que cada uno tiene sus propias percepciones del espectáculo que varían cada día. No se ha optado por hacer un títere a partir del vaso, sino llegar a un sitio sensible a partir de la obsesión de las construcciones que crea un caos. Y es que el VEO está para arriesgar, salga como salga. Ésta ha sido la parte más difícil, porque la otra, la técnica se ha empezado a trabajar muy pronto y se ha tratado de pulirla.
Se han buscado claves para trabajar como por ejemplo cómo cae el vaso y partir de allí se ha trabajado.
¿Y sobre la música?
Está compuesta para el espectáculo. Siendo toda la pieza un viaje, también se percible el viaje del compositor Albert Sanz. Él ha visto la escena medio construida, la ha grabado y trabajado a partir de allí. Existen numerosos instrumentos y elementos sonoros. Algunas partes son totalmente ilustrativas, otras son complementarias a la acción. Se trata de un espectáculo muy plástico donde tanto la música, como la luz son muy importantes.
¿Los vídeos proyectados han seguido este mismo proceso de trabajo?
No tanto. Se trata más de un trabajo personal de Jaume. Él tenía el espectáculo en la cabeza, no el resultado, sino las ideas. Se ha tirado adelante a partir de las que han funcionado. Cómo director, él tiene la importante característica de ser cabezota, pero también la combina con el saber escuchar y ser permeable a las propuestas de los intérpretes.
¿Desde cuándo se ha estado trabajando en la pieza?
El Jefe de Producción, Josep Policarpo aclara: se ha empezado en octubre con sesiones sueltas aumentándo el ritmo progresivamente. Los dos mesos de trabajo intensos han sido enero y febrero. Puesto que Jaume ha tenido clara la dirección, pero no el espectáculo, se han necesitado sesiones dilatadas en el tiempo para que todo se vaya asentando y se prueben ideas.